Alcohol

Me encuentro en una esquina de mi habitación, mi mirada yace perdida en la alfombra persa que mamá compro cuando salió en un de sus viajes de “negocios”, veo mis dedos, estos tiemblan al igual que mi cuerpo, mi garganta arde como si se encontrara en llamas, dirijo mi mirada a la pared en ella se encuentra un espejo, levanto lentamente mi cabeza tengo miedo de lo que pueda ver… mi cara desaliñada se encuentra, mis ojos se encuentran al limite están hinchados y como dos gotas de sangre, debajo de ellos se encuentra una delgada capa color negro gracias a las incesantes noches sin dormir, mi nariz roja e irritada, mis labios pálidos como si fueran los de una estatua: blanco reluciente y fríos.
No aguanto más y desvió la mirada, las lágrimas amargas no tardan en hacerse presentes, las retiro lo antes posible con la manga de mi suéter, odio llorar.

Te veo entrar por la habitación, veo tu rostro, veo millones de emociones mezcladas.
Siento tus cálidos brazos rodear mi cuerpo, el olor de tu pelo me embriaga.
Ahora casi todo es perfecto pero hay algo que no calza, tu anillo de bodas en tu dedo anular izquierdo. Se que no puedo tenerte pero amarte es algo que llevo en la sangre.
Me separo lentamente de ti, no quiero que acabe este momento, alzo mi cabeza, tus ojos cristalinos se encuentran.
Te amo – te escucho decir, no logro evitar que mis lágrimas surjan nuevamente, mis pequeñas manos aprietan suavemente las tuyas.
Abro la boca pero la cierro rápidamente, no se que decirle, no puedo decirle nada realmente, podría balancearme contra el y declarármele pero ahora ya no es el momento, el nuestro se ha acabado, se ha quedado en el pasado.
Limpio las últimas lágrimas que mis ojos han derramado, beso tiernamente tu frente, veo tu rostro por última vez grabando esos pequeños rasgos que tanto adoro, tus ojos reflejan nervios.
Sabes perfectamente al igual que yo que esta será la última vez que nos veremos, esbozas una pequeña sonrisa y veo tus lágrimas caer por tus mejillas, ambos sabemos que esto es lo mejor para mí, para tu familia, me levanto lentamente y me alejo de ti, volteo a verte por ultima vez – Adiós – digo mientras salgo de la habitación.
No hace falta decir más, es mejor dejarlo así, tu ya has comenzado un nuevo capitulo en tu vida y es la hora de que yo empiece el mío.